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Tradición, frescura y cercanía son los secretos de la oferta gastronómica de Cal Boter.
Una antigua carpintería en el barrio de Gràcia fue el lugar elegido por Toni y Encarna en 1986 para dar rienda suelta a su idea y crear Cal Boter, un restaurante familiar de comida catalana.
Empezaron ofreciendo torradas, escalibada y carnes hechas en una parrilla de carbón natural. La tradición carnicera de la familia les ha permitido ofrecer una buena selección de carnes frescas y de calidad, que provienen de la carnicería y la pollería que tienen en el mercado de Sant Andreu. La carta incluye butifarras, varios cortes de buey, cordero, ternera, codorniz, pies de cerdo o conejo entre otras.
El local original pronto se quedó pequeño para acoger a los clientes; a los “amigos”, como los consideraba Toni. El restaurante dobló su tamaño con un acogedor salón que permite celebrar comidas o cenas de grupos. Al igual que el local, la carta también se amplió con platos caracterizados por su frescura. Sin renunciar a las clásicas peras al vino, sopa de ajo, carnes o tostadas, se incluyeron otros deliciosos platos como el bacalao “Grata Colloni”- gratinado con alioli-, los caracoles a la “llauna” o picantes, las sabrosas patatas rellenas de ceps y crema de foie, la selección de gazpachos (según la temporada), los pies de cerdo con gambas o las albóndigas con sepia, entre otras delicias.
Con la ampliación de la carta también comienzan a ofrecer un variado menú de medio día, bien completo y económico. Se puede elegir entre cinco primeros, cuatro segundos y seis postres, todo por poco más de 1o €. Cada día de la semana hay un plato clásico dentro de la selección de primeros, como la fideguá de los lunes o los canelones de los viernes.
En la actualidad, con las nuevas generaciones de la familia embarcadas en Cal Boter, amplían sus servicios diarios ofreciendo “Esmorzars de Forquilla”. Desayunos de tenedor contundentes para tomar fuerzas a media mañana, que incluyen platos como la butifarra, pies de cerdo o distintos tipos de bacalao. Una buena opción para un día de paseo o pedaleo conociendo Barcelona y la mítica Villa de Gracia.
La cercanía del equipo que forma Cal Boter y la frescura de los alimentos utilizados en sus platos, son las herramientas usadas por este acogedor restaurante familiar para ofrecernos una interesante selección de comida catalana.
Es aconsejable llamar con antelación para asegurarnos el sitio, ya que hay pases en los que la afluencia supera las 21 mesas de las que disponen.